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Resumen
El neoliberalismo, en esta última década, ha sido presentado como la bisagra ideológica –esto es, la promesa que hizo posible el paso– entre el fordismo y el posfordismo, entre las sociedades disciplinarias y las de seguridad/control. Consecuentemente, como todo pasaje, fue apresurado desde su enunciación a su anacronía, como fragmento conector y desgastado. El neoliberalismo “se ha desacreditado”, “ha perdido relevancia”, “está en apuros, cuando no definitivamente muerto”, sostuvieron algunos teóricos en el albor de la crisis (Fisher, 2017; Fumagalli, 2010; Harvey, 2008). Sin embargo, cuando hablamos de capitalismo neoliberal, lo hacemos cuando menos de dos cosas: de una ideología y de un modo de gobernabilidad. Quisiéramos por ende pensar en este artículo cómo estos elementos se vieron distintamente afectados en la anunciación de este pasaje que, tras la última crisis, se ha tornado metamorfosis.