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Resumen
En cuanto ser vivo, la lengua cambia constantemente. Casi siempre lo hace de manera imperceptible y algunas veces tiene cambios abruptos.
Y como ser vivo depende del ambiente en que nace y se desarrolla. Los individuos y las sociedades la alimentan día a día con sus sentimientos, pensamientos y experiencias. La lengua nos dice cómo vive en un momento determinado y cómo ha vivido un grupo o un conjunto de grupos humanos a lo largo de la historia.
La lengua española de las sociedades hispánicas de hoy, por ejemplo, refleja los avatares del mestizaje de innumerables culturas desde los tiempos romanos hasta la conquista y colonización de América, pasando por las invasiones árabes, la Reconquista y las peregrinaciones medievales. Su unidad en medio de la variedad nos habla de poderes políticos fuertes y centralizados, y de gentes que han visto ascender su lengua popular a lengua de arte.
En cambio, la lengua italiana de hoy refleja una historia de fragmentación y división casi imposible de superar, y un anhelo de unificación que permita cerrar un larguísimo proceso de creación de una identidad nacional en la cual la lengua es factor constitutivo fundamental. He aquí una síntesis del largo y escabroso camino hacia la unidad política que Italia alcanzó hace aproximadamente 135 años.