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Resumen
La órbita geoestacionaria se puede concebir de dos maneras: la primera es la forma como la entendía el Reglamento Internacional de Radiocomunicaciones (numerales 176, 180, 181 y 182), en el sentido de trayectoria circular que describe un satélite artificial sobre el plano ecuatorial del planeta Tierra alrededor del eje polar del mismo, con un período de revolución igual al de rotación del planeta alrededor de su eje, debido afuerzas naturales, principalmente la gravitación. Dicho de otro modo, un satélite artificial situado a una altitud nominal de 35.786 kilómetros sobre el ecuador terrestre giraría en el mismo sentido de la Tierra con un período de 23 horas 56 minutos 5,091 segundos (el llamado día sideral), de forma tal que permanecería fijo respecto de un punto de la Tierra, o “estacionario” para el observador terrestre. La parte fundamental de la definición radica en que, si no hay satélite, no hay trayectoria u órbita, porque es el artefacto el que la describe. Sin satélite solamente podría hablarse de un lugar del espacio ideal para colocar un satélite que describa una órbita en esas condiciones, y así fue como lo definió su descubridor, Arthur C. Clarke, basado en la tercera ley de Kepler.1 La aplicación de esta ley arroja para la órbita geoestacionaria un radio de 42.164,175 kilómetros contados desde el centro de la Tierra, ligeramente modificado por el achatamiento de la Tierra, que no es una esfera perfecta. Restado el radio ecuatorial de 6.378,140 kilómetros, la órbita sobre el ecuador es de 35.786,035 kilómetros. Dado que los satélites están sujetos a fuerzas naturales como la gravitación lunisolar y a las presiones de la radiación solar e, incluso, a la excentricidad e inclinación de la órbita derivada de las fluctuaciones provenientes de la ausencia de simetría esférica perfecta y a la disminución de la velocidad de rotación debida a la fricción dinámica, la órbita que describen no es exacta y tiene oscilaciones y derivaciones que hacen necesario dotarlos de sistemas de energía para mantenerlos en una posición relativamente estable. En la práctica los satélites derivan hasta 75 kilómetros en dirección norte o sur respecto de la línea ecuatorial, 75 kilómetros en dirección este u oeste y hasta 30 kilómetros respecto del radio de la órbita.