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Resumen
En un principio, la frontera era ilimitada. Según Vives, citado por Nweihed (1992: 110), “las sociedades primitivas, con su nomadismo impuesto por la persecución de manadas de animales, hacían imposible todo género de límite, aun en las zonas más vastas. Los grupos marchaban de un lado para otro, a veces cruzándose y combatiendo, sin más preocupación que satisfacer elementales necesidades. Para ellos, la única frontera era el mar, e incluso éste perdió tal valor cuando el ser humano aprendió los rudimentos de la navegación”.