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Resumen
Como lo afirma el gran filólogo de la lengua portuguesa, Serafim da Silva Neto, “… a língua, longe de ser um organismo, é um produto social, uma atividade do espírito humano” (1976: 18).
Y, en contradicción con los materialistas de finales del siglo XIX, Serafim continúa: “porque as línguas seguem o destino dos que a falam, são os que dela fazem as sociedades que as empregam”.
En consideración a esa perspectiva, era difícil esperar que el portugués, traído por los colonizadores en el siglo XVI a las tierras americanas, mantuviera intactas sus estructuras y su léxico. Además de las interminables contribuciones léxicas que los dialectos africanos, las lenguas indígenas y de los inmigrantes italianos, alemanes, japoneses, eslavos, etc., otorgaron al portugués hablado en Brasil, también es posible señalar varias diferencias con relación a la estructura de la lengua hablada por los conquistadores y la que, a lo largo de los siglos, se desarrolló en Brasil.
Para entender de qué manera se produce la transformación del portugués traído por los colonizadores hacia el portugués que se habla hoy en Brasil, es necesario volver siglos atrás y caminar por la historia de la colonización y de la ocupación del territorio nacional.