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Resumen
La universidad es un lugar en el que toda comunidad asume como un proyecto personal de vida el indagar, el cuestionar y el disentir con argumentos razonados. Sin dejar de lado el valor cognoscitivo y comprensivo de la memoria, se propicia la crítica conceptual del saber que se intenta apropiar. El estudiante es responsable y asume con libertad los compromisos inherentes a su profesión, hace del aprendizaje su modo de vida como condición para continuar aprendiendo siempre. Asimismo no desconoce que el acto de comprensión es primordialmente individual. Sin embargo, en la actualidad y proyectando el conocimiento bajo los derroteros del siglo que comienza, el grado de asimilación de un objeto de estudio exige —dada la pertinencia y necesidad de la especialización de los saberes— de un mancomunado esfuerzo. En el quehacer universitario, contrarrestar argumentos, compartir saberes, enriquecer ideas y afianzar el cruce de conocimientos, son una práctica vital. Los grupos de estudio y el trabajo interdisciplinario son formas de vida académicas que desligan el saber de la práctica individual y posibilitan el debate público. Buena parte de las ideas expresadas, publicadas o enunciadas generan saberes, acuerdos y proyectos menos individuales y más sociales”.