Reseña: The Philosophical Breakfast Club: Four Remarkable Friends Who Trasformed Science and Changed the World. New York, Broadway Books. ISBN: 978-0-7679-3048-2 (2011)

Julián Libreros a

aEconomista. Magister en Teoría y Política Económica de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor Asociado Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. http://orcid.org/0000-0003-2661-7490. Correo electrónico: julian.libreros@utadeo.edu.co

Sugerencia de citación: Libreros, J. (2016). Reseña. The Philosophical Breakfast Club: Four Remarkable Friends Who Trasformed Science and Changed the World. tiempo&economía, 3(1), 119-125


Laura Snyder ha elaborado una obra de filosofía e historia de la ciencia que no puede pasar desaperciba por los economistas y mucho menos por los historiadores económicos, en especial de aquellos dedicados a la historia del pensamiento económico.

La trama de éste libro entrelaza las historias de cuatro sobresalientes hombres de ciencia: Charles Babbage (1791 -1871) el inventor de la primera computadora1; John Herschel (1792-1871) famoso astrónomo, uno de los inventores de la fotografía, experto químico, botánico y matemático; William Whewell (1799-1866) un reputado hombre de ciencia y Richard Jones (1790–1855), famoso por contribuir a que la ciencia infante de ese entonces, la economía política, obtuviera mayor alcance. Desde el momento en que se conocieron hasta su muerte, los cuatro defendieron su proyecto común: reformar la ciencia, desde la definición moderna de lo que es un científico y hasta su papel en la sociedad.

En efecto, fueron hombres que desde su juventud estaban convencidos de que la utilidad de la ciencia radicaba en su capacidad de mejorar las vidas de los hombres y las mujeres en general y no, como se venía aceptando, que la ciencia debía ser practicada por hombre ricos y emplearse exclusivamente al servicio del Estado, la monarquía y los gobiernos2.

El impulso a su ideal sobre lo que debía ser la ciencia comenzó en una organización que desde el siglo XVIII era considerada como parte de la Gran Bretaña civilizada: el club. En efecto, había clubs de lectura, clubs para tomar café, clubs para jugar cartas, clubs sociales y demás. Como lo menciona la autora, "ha sido estimado que hacia la mitad del siglo XVIII, aproximadamente veinte mil hombres se reunían cada noche en Londres en algún tipo de grupo organizado y muchos más en las provincias" (Snyder, 2011: 33).

Por este motivo, los cuatro crearon el espacio que sería recordado cariñosamente como el "Club del Desayuno Filosófico" que probablemente inició a finales de 1812 con reuniones dominicales en Cambridge y duró hasta la primavera de 1813 cuando Herschel tuvo que retirarse de dicha universidad, luego de graduarse como matemático. El aspecto más importante que germinó en dichos encuentros fue la acalorada y extenuante discusión sobre la elección del método científico que debería ser utilizado para desarrollar sus disciplinas.

Finalmente, se llegó a una sorprendente discusión: la ciencia debería seguir el método inductivo sugerido por Francis Bacon (1561-1626), pero no como vulgarmente se interpretaba - postura que hasta el día de hoy continúa - sino de una manera sofisticada. Los aspectos tratados fueron la relevancia de Francis Bacon y la implementación de reformas que el mismo Bacon previó dos siglos atrás; además el papel de la observación y el razonamiento en la ciencia.

Entre la década de 1820 hasta la de 1870 se da una fascinante variedad de logros científicos palpables. "El período conoció la invención de la fotografía, el computador, los mecanismos electrónicos modernos, la locomotora de vapor y el sistema ferroviario. Este acogió el ascenso de la ciencia estadística, las ciencias sociales, la ciencia de las mareas, la economía matemática y las modernas "teorías del todo" en física" (Snyder, 2011: 5).

Por ello no es de extrañar que en plena efervescencia de la ciencia, ocurriera el evento clave que cambiaría para siempre desarrollo científico mundial. Fue así como, el 24 de junio de 1833, la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia (ABAC) celebró en la Universidad de Cambridge su tercera reunión, con 852 miembros inscritos que llegaron a la universidad desde la misma Inglaterra, Escocia, Irlanda, el continente Europeo y América.

El anfitrión de tan fascinante evento para esta incipiente sociedad de vanguardia fue William Whewell, expositor inaugural que habló sobre el estado actual de las ciencias, la denominación de la astronomía como "Reina de las Ciencias" e incluso más relevante aún, discutió acerca de la naturaleza de la ciencia, destacando la importancia que tiene para su configuración los "hechos y la teoría" y para ello enfatizó en las cualidades requeridas como las habilidades del buen observador y las de un buen razonador que al combinarse, puedan concebir a un exitoso practicante de la ciencia, (Snyder, 2011: 2). Para ilustrar su posición, hizo mención de los aportes de Francis Bacon, recordado como el gran reformador de la ciencia en el siglo XVII que desarrolló su trabajo en Cambridge y que jugó un papel fundamental en la evolución de la ciencia en Inglaterra.

Al término de su discurso estallaron las expresiones de júbilo y aplausos, pero tras un breve silencio, se levantó entre la multitud el renombrado poeta inglés Samuel Taylor Coleridge3. Este artista había publicado en 1817 un tratado sobre el método científico y consideraba que poseía la autoridad suficiente para referirse al tema de la ciencia con consecuencias duraderas sobre los practicantes de la ciencia actuales y modernos.

Coleridge afirmó que los miembros de la ABAC debían dejar de ser reconocidos como "filósofos naturales" por su cercana relación entre la filosofía y la ciencia. Los practicantes de la ciencia de aquel entonces, eran según Snyder, "hombres cavando en fosas de fósiles o efectuando experimentos con aparatos eléctricos, a duras penas encajan en la definición; ellos no eran como él [Coleridge] podría haber dicho, "filósofos de sillón" reflexionando sobre los misterios del universo, sino hombres prácticos, con las manos sucias".

Los asistentes tomaron su comentario como ofensivo y Whewell retomó la palabra para calmarlos y replicar cortésmente a Coleridge, concordando en la necesidad de encontrar una nueva palabra para describir a los miembros de la asociación. Entonces, a Whewell le vino a la mente el término proveniente de la fusión de las palabras (Science+Artist) que se convirtió en la palabra anglosajona "Scientist" (científico). No obstante, el vocablo "scientist" tardaría algunas décadas en ser ampliamente empleado y reconocido.

Vale la pena recordar que en aquella época la actividad científica se desarrollaba dentro de límites muy estrechos, "Al interior de la ciencia misma, sus practicantes rara vez se encontraban, y nunca debatían públicamente su trabajo; incluso en la Real Sociedad de Londres aquel bastión de la filosofía natural desde el tiempo de Issac Newton, los documentos científicos fueron leídos, pero nunca discutidos o contrariados. En realidad, usualmente sus miembros no eran hombres de ciencia, sino anticuarios, literatos o aristócratas que deseaban asociarse con los filósofos" (Snyder, 2011: 3).

Así, fueron los libros, artículos y discursos de Babbage, Jones, Herschel y Whewell los que en conjunto familiarizaron al científico en la sociedad y la nación y reconfiguraron su imagen a la de un reformador social. En fin, los "filósofos naturales" como hombres aficionados a la ciencia (clérigos, recolectores de insectos o inventores que desarrollaban experimentos en sus ratos libres) fueron transformados en científicos profesionales definidos como: "un profesional que ha sido entrenado en la universidad y graduado con un título en ciencia, que perteneció a organizaciones científicas y lee revistas científicas y quien aplicaría por subsidios para apoyar su trabajo" (Snyder, 2011: 361).

Otro evento que evidenció el avance de la ciencia a mediados de siglo XIX fue la celebración en Londres, el 1 de mayo de 1851 de la gran feria industrial mundial la "Gran exhibición de la industria de todas las naciones" (Great Exhibition of the Industry of All Nations). Este evento sirvió para que Gran Bretaña hiciera alarde de su superioridad militar, industrial y económica y el lugar escogido para la exhibición fue sorprendente, ya que representaría los orígenes de la modernidad de Inglaterra de finales del siglo XIX y principios del XX: el Palacio de Cristal, una enorme estructura con marcos de acero sosteniendo cerca de 900,000 pies cuadrados de páneles de vidrio. La aristocracia en cabeza del príncipe Alberto, fue la gran impulsora de ésta Gran Exhibición.4

También fueron invitados naciones "menos civilizadas" con el objetivo de realzar el poderío del imperio. En el caso de América Latina, los países que expusieron sus productos, todos de carácter primario y semielaborados, fueron los siguientes:

Pero lo que unía esta Gran Exhibición con el mensaje los 4 hombres de nuestra historia, fue el mensaje que el príncipe Alberto había extraído de la lectura de sus trabajos y de otros: la esencia de la filosofía baconiana y la teología natural. En su discurso sobre la próxima exhibición el príncipe sostuvo lo siguiente: "el hombre se está aproximando a una realización más completa de aquella misión grande y sagrada que tiene que realizar en este mundo. Su razón creada a la imagen de Dios, tiene que usarla para descubrir las leyes por las que gobierna el Todopoderoso Su creación y haciendo esas leyes su estándar de acción, conquistar la naturaleza para su uso, él mismo un instrumento divino" (Snyder, 2011: 293).

La Economía Política del Desayuno Filosófico

Solamente las biografías de Richard Jones y William Whewell aparecen en el New Palgrave Dictionary. El primero es evaluado positivamente por Gregory (2008) que lo considera como el padre fundador de la Escuela Histórica Inglesa y la Escuela de Economía Comparativa Inglesa ya que su perspectiva es histórica y comparativa, método empleado por aproximaciones alternativas a la neoclásica. El segundo por (Campanelli, 2008) quien afirma que "Whewell ha sido negado sistemáticamente en la historia del pensamiento económico" y le atribuye importantes aportes a la manera como expuso las ideas de David Ricardo en Inglaterra.

En cuanto a los aportes a la economía política de su momento, en febrero de 1831, Jones publicó su "Ensayo sobre la distribución de la riqueza"5 y hacia principios de 1833, con la mediación de Whewell, fue nombrado profesor de economía Política en el King´s College, pero tras la muerte Malthus, en 1935 ocupó su lugar al ser nombrado en la East India College en Haileybury, lugar en el que permanecería hasta su muerte. Una edición póstuma realizada el mismo Whewell con material proveniente de las clases, varios ensayos y notas de Jones, tomó forma en el libro "Literary Remains" (1859).

Por el lado de Whewell, su carrera académica en Cambridge fue sobresaliente: en 1817 se hizo miembro del Trinity College, Cambridge; en 1820 fue profesor en matemáticas; en 1823 se convirtió en tutor; en 1928 fue nombrado profesor de mineralogía y en 1938 Profesor de Filosofía Moral. Aunque Whewell se desempeñaba como filósofo y matemático, su interés por los temas de la economía política no fue despreciable, pues fueron 4 artículos sobre economía matemática y el libro Six Lectures on Political Economy (1862), las obras que se destacaron por su "…formulación matemática de la teoría de Ricardo y especialmente, su análisis del capital fijo" (Campanelli, 2008). Sobre este tratamiento del capital fijo, se considera a Whewell como el pionero en tratar el capital fijo dentro de la teoría del precio de producción, incluso anticipándose a Bortkiewicz (1907).

Mientras que Babbage, no tiene entrada en el New Palgrave y es subestimado al no otorgársele el crédito que se merece por su obra On the Economy of Machinery and Manufactures (1832), en donde reposan sus intuiciones sobre el los procesos de las manufacturas de la sociedad industrial pudo haber si enriquecedora a las generaciones posteriores de economistas (Perelman, 2012).

De otro lado, en conjunto el aporte de Babbage, Jones y Whewell en economía consistió en la insistencia en su metodología. Para Whewell, el proceso inductivo residía en un acto de pensar que condujera a observar y razonar. Para ello acuñó el término "coligar" que significaba la operación mental de reunir una cantidad de hechos empíricos, añadiéndoles una concepción fundamental que los reúne y los vuelve capaces de ser expresados en una ley general (Snyder, 2006).

Lo anterior, nos conduce al magistral artículo de (Koopmans, 1947) "Measurement without theory", en el que ejerce una crítica mordaz y muy sensata al método desarrollado por Arthur Burns y Wesley Mitchell en "Measuring Business Cycles" (1946). Para Koopmans el enfoque estos expertos sobre el comportamiento de los ciclos económicos es descrito de la siguiente manera: "La aproximación de los autores es aquí descrita como empírica en el siguiente sentido: Las diferentes elecciones en cuanto a que "buscar" que fenómeno económico observar y que medidas para definir y calcular son realizadas sin una asistencia mínima de concepciones teóricas o hipótesis respecto a la naturaleza de los procesos económicos por los que las variables estudiadas son generadas (Koopmans, 1947).

En otras palabras, para Koopmans los datos no pueden hablar por sí solos; pro el contrario, debe haber un proceso de teorización previo que permita establecer las variables que van a ser observadas y analizadas para recoger la información relevante. Es más, si no tengo teoría que enlace las variables, ¿Cómo puede saber que variables debo escoger para reunir la información? En ese sentido, Whewell tenía claro que el método baconiano tenía que ser redefinido de tal manera que el método inductivo debía tener incluido el método deductivo de generalización. En fin, como lo menciona (Snyder, 2006: 76). En otra de sus obras "…no podemos y no recopilamos hechos ciegamente, desprovistos de alguna concepción o teoría que guíe nuestras elecciones sobre que incluir o excluir de la recolección de los datos.

Este fue el gran legado de las discusiones surgidas en el seno del decimonónico Desayuno Filosófico en Cambridge: de un lado, marcar el camino para el tránsito del filósofo natural al científico y por el otro defender la idea de la reinvención del inductivismo de Bacon, proceso que tardíamente permeó la metodología de la economía en el siglo XX.

Notas al pie

1 Pionero en las máquinas de calcular y estableció los principios que guiarían la creación de los grandes ordenadores electrónicos de mediados del siglo XX (Morrison y Morrison, 1974).

2 Vale la pena aclarar que no se remuneraba la dirección de cualquier investigación científica y las universidades escasamente patrocinaban experimentos emprendidos por los profesores de química. Ni hablar de los incentivos para los innovadores: sin reconocimientos, ni estímulos monetarios, ni ascenso en la escala social bajo el otorgamiento de algún título nobiliario.

3 Famoso por ser uno de los precursores del Movimiento Romántico en la literatura inglesa

4 Aunque (García, 2003) muestra que el palacio de cristal estuvo sometido a una severa controversia pública y a duras críticas provenientes de la cultura oficial británica pública que ponía de manifiesto una contradicción entre los valores aristocráticos e imperialistas versus los valores modernistas que abogaban por la transformación y lo nuevo.

5 Jones consideraba que este era un primer volumen que requería uno adicional, pero nunca lo escribió.


Referencias

Burns, A., Mitchell, W. (1946). Measuring Business Cycles, New York: NBER.

Bortkiewicz, L. (1907). Wertrechnung und Preisrechnung im Marxschen System. Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, vol. 25. The second and the third parts are translated into English as ‘Value and Price in the Marxian System´. International Economic Papers N° 2 (1952), 5–60.

Campanelli, G. (2008). "Whewell, William (1799–1866)" En S.N. Durlauf and L.E. Blume (eds). The New Palgrave Dictionary of Economics Online. Palgrave Macmillan, Second Edition. Consultado el 29 de marzo de 2016 URL: http://www.dictionaryofeconomics.com. ezproxy.utadeo.edu.co/article?id=pde2008_W000060. doi:10.1057/9780230226203.1831

García, M. (2003). Entre la modernidad y la represión: una aproximación a la sociedad inglesa antes de la Primera Guerra Mundial. Revista de Economía Institucional 5(9), pp. 78-99.

Gregory, C.A. (2016). "Jones, Richard (1790–1855)" En S.N. Durlauf and L.E. Blume (eds). The New Palgrave Dictionary of Economics Online. Palgrave Macmillan, Second Edition. Consultado el 29 de marzo de 2016 URL: http://www.dictionaryofeconomics.com.ezproxy.utadeo.edu. co/article?id=pde2008_J000026. doi:10.1057/9780230226203.0872.

Jones, R (1859). Literary Remains, consisting of lectures and tracts of the late Rev. Richard Jones, ed. W. Whewell, London: John Murray Albemarle Street.

Koopmans, T (1947). Measurement without theory. The Review of Economics and Statistics 29(3), 161-172.

Morrison, P., Morrison E. (1974). Babbage, Charles, en D. Sills (ed). Enciclopedia internacional de las ciencias sociales, pp. 667-668. Madrid: Aguilar.

Perelman, M. (2012). Snyder´s the Philosophical Breakfast Club. En Research in the History Economic Thought and Methodology, v. 30A, pp. 235-239, Bingley: Emerald Group

Royal Commission (1851). Official Catalogue of the Great Exhibition of the Works of Industry of All Nations, Londres: Spicer Brothers; Wholesale Stationers; W. Clowes & Sons. Recuperado de: https://ia902606.us.archive.org/34/items/officialcatalog06unkngoog/officialcatalog06unkngoog.pdf

Snyder, L. (2011). The Philosophical Breakfast Club. Four remarkable friends who transformed science and changed the world, Broadway.

Snyder, L. (2006) Reforming Philosophy. A Victorian debate on Science and Society. Chicago, The University of Chicago Press.