Editorial

Editorial

Salomón Kalmanovitz a

a Editor, Profesor emérito Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Correo electrónico: tiempoyeconomia@utadeo.edu.co

doi: http://dx.doi.org/10.21789/24222704.1091


Es un privilegio contar con la participación del historiador John Komlos en este cuarto número de nuestra revista. Él nos presenta la grave problemática que enfrenta el capitalismo global, recurriendo a la categoría que desarrollara Joseph Schumpeter para describir los avances de la tecnología en el capitalismo: la creación destructiva. Así como el capitalismo iba destruyendo formas de producción y vida pretéritas, daba lugar a nuevos procesos y organizaciones de la sociedad y el trabajo. Mientras las grandes transformaciones de principios del siglo XX multiplicaron las fuerzas productivas y el empleo productivo, las nuevas tecnologías tienden a destruir más empleo del que crean, ahora afectando los servicios también y reduciendo el costo de las inversiones de capital. A esto se le suma la tendencia a la generación de un exceso de ahorro, reflejo de la concentración del ingreso en el decil de los más ricos y a la enorme rentabilidad de las empresas tecnológicas a las que les sobra el efectivo y no requieren del ahorro de los demás para ampliar sus operaciones. La consecuencia es un sostenido estancamiento económico cuyo primer paciente fue Japón en los años noventa, seguido por Europa y con Estados Unidos un poco mejor pero tampoco lejos de ellos. El dominio de la derecha en Europa y Estados Unidos ha reducido la tributación e impedido la aplicación del gasto público para compensar los faltantes de demanda agregada.

La historiografía económica tuvo un necesario sesgo europeo desde sus inicios, dado por ser la cuna del capitalismo desde cuyo estadio avanzado midió al resto del mundo. Este sesgo se ha venido debilitando, en la medida en que los investigadores se adentran en la complejidad de los procesos del desarrollo de Asia y encuentran fortalezas que contribuyen a explicar su relativo éxito económico tardío. María Fernanda Justiniano hace un balance de los clásicos de la economía y de los trabajos más representativos sobre el devenir asiático para darnos un retrato de la diversidad que caracteriza hoy en día a la historia económica.

El tercer ensayo es un recorrido por el debate que se ha dado en tiempos recientes dentro del marxismo en torno a la tasa tendencia decreciente de la tasa de ganancias. Sergio Martín Fernández se pregunta si la tendencia como tal y la interpretación que han desarrollado los autores temporalistas es una explicación adecuada para las crisis económicas y el estancamiento que caracterizan hoy al mundo desarrollado.

Natalia Vargas y Federico Stezano hacen un análisis del modelo financiero mexicano, caracterizado por una amplia intervención del Estado que le dio alas al desarrollo de la industria agroquímica y en particular a la de fertilizantes. Este caso analizado exhaustivamente por los autores es indicativo "de la organización, autonomía y, en general, preponderancia del Estado en la configuración sectorial del desarrollo económico" de México.

Sebastián Villareal y Darío Ortiz utilizan la metodología de causalidad Granger para esclarecer un debate recurrente en la historiografía colombiana y entre observadores nacionales y extranjeros sobre el legendario atraso de Colombia en infraesctructura: si fue el sistema de transporte el que retardó el desarrollo o, por el contrario, fue la limitación del mercado interno la que explica el mismo resultado.

En la sección de notas de debate, Carlos Brando presenta un balance de la capacidad tributaria del estado colombiano, comparada con la de otros países de la OECD. Brando tiene en cuenta variables estructurales poco reconocidas por la literatura como el proceso de industrialización que es uno de los pilares del excedente producido y de la formalización de la economía, mostrando que este proceso quedó trunco en Colombia. Trae a cuento las variables demográficas que definen la tasa de dependencia de la población activa y que en nuestro caso es muy elevada; por último, el grado de profundización monetaria y bancaria facilita gravar las operaciones formales de la economía, en lo cual Colombia presenta índices muy bajos.

Finalmente, en la sección de reseñas bibliográficas, Julián Libreros hace un análisis del libro de Laura Snyder, The Philosophical Breakfast Club, que nos introduce a la historia del pensamiento científico y económico en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX, que resulta fascinante para entender cómo comenzó a profesionalizarse la ciencia como tal. Salomón Kalmanovitz hace una revisión crítica de dos libros que han contribuido a entender el crédito público en el siglo XIX: el de Pilar López-Bejarano, Un Estado a crédito. Deudas y configuración estatal de la Nueva Granada en la primera mitad del siglo XIX que ofrece una visión de los agentes involucrados y el de Ángela Rojas Rivera, Deuda pública interna en Colombia. Política, moneda y finanzas, 1840-1894, mediante un cuidadoso análisis de las cuentas fiscales que informan de la incapacidad o falta de voluntad de honrar los compromisos del débil estado colombiano durante el conflictivo siglo.