@article{Echeverri Jaramillo_2011, title={Cine y Color - Más allá de la realidad}, url={https://revistas.utadeo.edu.co/index.php/RLT/article/view/29}, abstractNote={El color y el cine han tenido una relación larga y fructífera, pero no siempre fácil.<br /><br />El vínculo comenzó con el nacimiento mismo del cine, e incluso se pueden buscar sus orígenes mucho antes. Ya en las épocas prehistóricas el ser humano se había acercado a la idea de la imagen en movimiento —razón de ser del cine—: son notables las pinturas rupestres de Bradshaw-Kimberley, Lascaux, Altamira y Addaura, por ejemplo, donde se representa a humanos o animales en acción. En las primeras, las manos se estiran, se ramifican, mostrando las labores continuas de los hombres; en las siguientes se trata de animales con múltiples patas para mostrar cuán veloz es su carrera; y en las últimas, mediante la repetición de la misma figura, que va cambiando paulatinamente de posición, se muestra la evolución de su acción. En todas éstas el color es fundamental: siempre en tonos tierra, pero que cambian de una figura a otra, que intentan darle más realismo a lo pintado sobre las paredes de las cuevas, hacer más vívido el movimiento y dar una mayor sensación de semejanza con la realidad.<br /><br />Más adelante, en lo que suele llamarse “precine”, se crearon ciertos aparatos que buscaban lo mismo: mostrar el movimiento de personas, animales y objetos, contar acontecimientos, ilustrar relatos y, sobre todo, crear ilusiones. Se trata de objetos como la linterna mágica, inventada en el siglo XVII, o los muy variados del siglo XIX, como el fenaquistiscopio, el zootropo, el praxinoscopio o el taumatropo, con el que hemos jugado todos alguna vez. En todos estos artilugios el color es una característica habitual, que les otorga encanto, expresividad y los hace llamativos, además de conferirles mayor cercanía a la realidad.}, number={76}, journal={Revista La Tadeo (Cesada a partir de 2012)}, author={Echeverri Jaramillo, Andrea}, year={2011}, month={oct.} }